Poner nombre a las cosas no es tan fácil, las clasifican y redondean. Cuando nombramos algo por primera vez lo hacemos nuestro y ya podemos compartirlo con los demás.
Cuando, en mitad de la tormenta que a los narradores nos ha tocado vivir este año, Juan Villén nos propuso llevar los cuentos y la animación a la lectura a los centros educativos a través de internet, se nos encendió la luz de la ilusión.
Era una manera de poder acercar los cuentos, que ya se nos escapaban por la boca, a las aulas, aunque fuera virtualmente, algo que añorábamos desde que comenzó todo este caos mundial.
Poco a poco la idea fue tomando forma, pero no terminaba de cuajar, y sin darnos cuenta empezamos a pensar en el nombre, aún a pesar de haber decidido dejarlo para el final del proceso.
Desde un principio teníamos claro que queríamos formar un club de aventureros de las palabras y soñando despiertos, volamos a la Plaza de la Yamaa al Fna de Marrakesh, a escuchar, con los ojos abiertos, como los cuentacuentos, solo con su voz, hacían presente lobos y príncipes, brujas y duendes, del mismo modo que llevaban haciéndolo sus antepasados desde hace miles de años y consiguiendo que todos los pesentes viajen a otros mundos sin moverse del sitio.
Y la palabra Hukawati (Cuentacuentos en árabe) nos iluminó. Y al nombrarlo, nuestro proyecto se completó. Empezamos a ver mucho más claro los detalles y la forma de llevarlo a cabo y cuando empezamos a contar nuestro proyecto del Club Hukawati a bibliotecarios, profesores y técnicos de cultura y educación, todo el mundo nos entendió a la primera.
¿Hukawati o Hakawati? nos preguntaban. En árabe las vocales pueden ser débiles o fuertes, según su disposición en las sílabas y el acento que quieran dar a la palabra. En los periódicos, en este idioma muchas veces ni se escriben, porque es la raíz consonántica y el contexto los que dan sentido a lo escrito. Nuestro nombre empieza con una “H” aspirada sin signo de vocal alguno, según pronunciemos podemos transcribirlo con “a” o con “u”.
Por eso podemos decir Hukawati o Hakawati sin problema, porque sabemos muy bien a lo que nos estamos refiriendo, ¿Verdad?